«La espiritualidad nada tiene que ver con el despliegue de poderes psíquicos, los cuales, al ser analizados, muestran que el hombre que los maneja es un esclavo del deseo y una persona sumamente egoísta.
La espiritualidad implica la adquisición de ese verdadero poder que es el carácter.
Es la derrota de la pasión y el desarraigo del deseo.
Toda esta persecución de ilusiones psíquicas, que nada significa en la solución de los grandes problemas de nuestra vida, es un terrible derroche de energía, la forma más intensa de egoísmo, y conduce a la degeneración de la mente. Son estas tonterías las que están desmoralizando a nuestra nación.