La responsabilidad del profesor y del centro de yoga¿Qué responsabilidades tienen, tanto el profesor como el centro, en transmitir este yoga espiritual a sus alumnos?¿Qué responsabilidades tienen, tanto el profesor como el centro, en transmitir este yoga espiritual a sus alumnos?
¿Qué responsabilidades tienen, tanto el profesor como el centro, en transmitir este yoga espiritual a sus alumnos? Es una pregunta sobre la cual todos deberíamos reflexionar. Sería imposible generalizar un perfil de profesor de yoga. He conocido excelentes profesores, que llevan toda su vida formándose, con los que podrías hablar profundamente sobre este Yoga espiritual, y casi todos, por no decir todos con los que he hablado, afirman que este “Yoga físico”, estas Asanas, son sólo una parte muy pequeña del universo del Yoga. Pero también he conocido profesores con un desconocimiento importante de las enseñanzas del Bhagavad Gita. Otros quizás, consideran que el alumno viene a clases de yoga “sólo para las Asanas” y aun otros consideran que es necesario enseñar este yoga físico aislado de cualquier camino espiritual. Además, normalmente, en un programa de formación de profesores de yoga, la pequeña parte “espiritual” se centra casi exclusivamente en Patanjali, explicándose el Gita, si se explica, de forma residual. Tanto en el Bhagavad Gita como en las Yoga Sutras de Patanjali, se afirman dos principios, entre muchos otros, que un Yogui, y un profesor de Yoga debería serlo, tendría que cumplir.
Uno es la veracidad (Satya, segundo Yama) y el otro es Ahimsa, (No violencia, primer Yama). Gandhi basó su vida en Satyagraha ("aferrarse firmemente a la verdad"), y fue uno de los pilares en el movimiento de independencia de la India. Para Gandhi, Sri Ramakrishna fue un ejemplo de Ahimsa. Y Ahimsa hay que practicarla en pensamientos, palabras y acciones. Si un profesor de yoga, e incluso un centro de yoga, consciente de la transcendencia del Bhagavad Gita, lo omite, por la razón que sea, en sus clases o en su propaganda, ya que ni en palabras ni acciones se transmite, para mí estaría sencillamente no “contando toda la verdad a sus alumnos”, o en palabras del premio nobel de la paz Desmond Tutu: «Si permaneces neutral cuando reina la injusticia, tu camino es el del opresor» Como he comentado, en el Bhagavad Gita, justo antes de la batalla de Kurukshetra (Mahabharata), cuando “reina esta injusticia”, Visnú, se encarna en Krishna para restablecer el Dharma y restablecer lo correcto. Estoy convencido que la gran mayoría de profesores de yoga lo hacen de forma vocacional, he conocido a varios, que dejaron exitosas carreras profesionales, para dedicarse a enseñar yoga. Y este carácter vocacional debería estar conforme con su Swa-Dharma. Si no cumple con sus deberes prescritos, marcados por su Dharma, será difícil que pueda actuar sin apego por el fruto de los resultados y practicar la tan necesaria ecuanimidad mental, tal y como afirma el Bhagavad Gita. Peligros de la occidentalización del Yoga El imperio romano incorporó la filosofía helénica al cristianismo primigenio para expandirlo y hacerlo asequible a las masas. Y ese Cristianismo es que el que perfiló nuestra civilización occidental. ¿Cuáles eran los principios de este cristianismo primitivo? ¿Era el Sermón de la Montaña o era el Congreso de Nicea? No lo sabemos bien, pero seguro que muy diferente que el actual. Gandhi reconoció la influencia que tuvo el Sermón de la Montaña de Jesús en su visión de respeto y amor hacia el cristianismo: «Cuando leí el Nuevo Testamento y el Sermón de la Montaña, empecé a entender las enseñanzas del cristianismo, y las palabras de bienaventuranza que proclamaba Jesús encontraron eco en mi corazón, y vi en ellas algo que era parte de mi ser y algo que tenía sentido en mi vida diaria. De todo lo que leí, lo que se me quedó más grabado fue la nueva ley que Jesús vino a dar al hombre: ni ojo por ojo, ni diente por diente, sino que pedía estar dispuestos a aceptar dos bofetadas cuando uno había recibido solo una. Y llegué a la conclusión de que en el Sermón de la Montaña se contenía todo el cristianismo para aquel que quisiese seguir a Jesús. Con el Sermón de la Montaña me enamoré de Jesús, y a la luz de sus enseñanzas me di cuenta de que el cristianismo todavía está en pañales, pues, solo hay cristianismo donde uno acepta un ilimitado amor hacia todos, sin ningún deseo de revancha. Aunque vosotros cantáis "Gloria a Dios en el cielo y Paz en la tierra", no parece que haya en el mundo ni gloria a Dios ni paz entre los hombres. Mientras haya una sola persona que pase hambre en el mundo, Cristo todavía no ha nacido, y hemos de seguir buscándolo». Hemos occidentalizado las sagradas enseñanzas del Buda, hemos inventado el Mindfulness o el Pilates y no sé cuantas técnicas más. Parece que en Occidente nos hemos especializado en arrancar la espiritualidad que venía de otras tierras y crear “adaptaciones” que sean fáciles de vender y de asimilar por las, cada vez más ignorantes (refiriéndome a la ignorancia espiritual), masas occidentales. Quería compartir una profunda reflexión de Daisaku Ikeda, presidente-fundador de la organización budista Soka Gakkai Internacional (SGI): «Para los maestros del yoga [contemporáneos del Buda] como Alara Kalama y Uddaka Ramaputta la práctica del yoga se había convertido en un fin y aparentemente se había olvidado el objetivo último por el cual se adoptan tales prácticas, el de alcanzar la iluminación. Tal vez pueda decirse lo mismo de algunos de los más superficiales adeptos actuales del llamado auge del (budismo) zen. Ellos creen que basta tan solo con permanecer sentados en meditación y aquietar los pensamientos de su mente. Pero si nos sintiéramos inclinados a hablar sin consideración de ellos, bien podríamos afirmar que corren el peligro de confundir lo que en realidad no es más que un estado nebuloso de la mente con algún elevado nivel de realización espiritual. Tanto el yoga como la meditación zen son excelentes prácticas desarrolladas por las filosofías y las religiones asiáticas, pero según lo comprendió claramente Shakyamuni (Buda), deberían emplearse como métodos para alcanzar una comprensión de la Verdad Última, y no ser considerados como fines en sí mismos». El mensaje este claro: el peligro de no incorporar esta componente ética-filosófica-espiritual al Yoga occidental, es confundir ese “estado nebuloso de la mente” con la realización espiritual y que el Yoga debería conducir a la comprensión y realización de la Verdad Absoluta: Dios, la Gran Alma, la Inteligencia Superior o como quieras llamarle. Muchas gracias, Pedro Nonell |